Se conoce como panacea universal al legendario remedio contra todas las enfermedades.
Siempre ha estado muy ligado a otros elementos históricos como la piedra filosofal, el elixir de la
vida o la fuente de la juventud.
Su nombre proviene del término griego panakos, que significa
remedio (akos) y todo (pan). En la mitología griega, Panacea era una
diosa menor de la salud. Ayudaba a su padre en sus tareas, consistentes en realizar curaciones y
hacer medicinas a partir de plantas. La introducción del término Panacea en medicina proviene del
mito, que dice que la diosa tenía una
poción
con la que curaba a los enfermos.
La panacea universal fue muy popular durante la Edad Media, época en la que la
alquimia tuvo su máximo esplendor. Los dos objetivos principales perseguidos por esta disciplina
eran la transformación de metales vulgares en oro y la consecución de un remedio universal contra
todas las enfermedades. La
alquimia
era una combinación de otras materias y a día de hoy es considerada como la predecesora de la
química.
Una buena cantidad de charlatanes y curanderos emplearon su astucia y labia para
obtener beneficio durante buena parte del segundo milenio. Eran viajeros errantes que afirmaban que
contaban con la
panacea universal,
enormemente conocida y ansiada por aquel entonces. Los enfermos acudían a ser tratados cuando el
curandero anunciaba su llegada al pueblo y lo que hacía este era aplicar un remedio medicinal
básico para aliviar el dolor del afectado. Cuando el dolor era demasiado fuerte y no encontraba
solución en las nociones básicas que tenía de medicina el curandero se limitaba a decir que tal
remedio no existía. Con la aparición de las universidades de medicina los curanderos fueron
desapareciendo paulatinamente y la panacea universal siguió siendo investigada por los eruditos de
la alquimia, hasta que esta ciencia cayó en el olvido con el paso de los siglos.
La panacea universal se concibe en algunas bibliografías como un elemento que
además de ser el remedio contra cualquier enfermedad también proporciona longevidad. Tras
esta acepción se encuentra la historia del Conde de Saint Germain en el siglo XVIII, del que se
dice que vivió más de trescientos años. Expertos y entendidos de la época decían que el Conde tenía
cierta afinidad con el arte alquímico, lo que le proporcionaba la capacidad de crear elementos que
le ayudaban a mantener un estado muy saludable, pero nunca la inmortalidad. El alquimista Simón H.,
en el siglo XX, del que se afirma que era poseedor de la misma panacea que el Conde, dijo que es
imposible librarse de la muerte; que con ella se puede conservar la juventud durante más tiempo y
alargar la vida, aumentar el coeficiente intelectual y aliviar los dolores propios de la edad, pero
que al final del todo el reloj biológico siempre acaba parándose en algún momento.
Diferentes culturas a lo largo de la historia han utilizado combinaciones de
elementos naturales propios de la región donde se asentaban para producir la panacea pero sin
ningún resultado concluyente, por lo que a día de hoy la panacea universal sigue siendo un enigma
sin resolver. |