Se define alquimia como la práctica antigua que combina disciplinas como la filosofía, la
química, la metalurgia, la medicina, la física, el misticismo, el espiritualismo y el arte.
Etimológicamente el prefijo al proviene del árabe y el sufijo de la palabra griega
khumeia, cuya combinación significa soldar o alear.
A lo largo de su historia ha ido teniendo diferentes enfoques, aunque todos
ellos estaban relacionados con la transmutación. Por ejemplo, la alquimia enfocada como
investigación de la naturaleza afirmaba que los minerales podían transformarse en oro, así como
otros elementos vulgares en la famosa
panacea universal.
El proceso (largo y muy costoso) era el mismo y sólo cambiaba la materia prima que se utilizaba. La
alquimia vista como una disciplina espiritual y filosófica se centraba más en el misticismo, de
forma que un estado imperfecto, corruptible, enfermo y efímero se transformaría en uno perfecto,
incorruptible, sano y eterno. Es en este punto cuando aparece el concepto de la piedra
filosofal, elemento que haría posible este cambio místico.
La alquimia ha estado presente en diferentes civilizaciones. Empezó en la Edad
Antigua con los egipcios, de donde se dice que uno de sus faraones, Keops, fue el primer alquimista
de la historia. Sin embargo apenas hay información documentada tras la quema de libros alquímicos
llevada a cabo por el emperador Diocleciano en el siglo III tras sofocar una revuelta en
Alejandría. Los alquimistas de la Antigua China enfocaron su trabajo de una manera diferente
a los europeos e islamistas posteriores. Mientras que estos buscaban la piedra filosofal, los
taoístas chinos se centraban en conseguir el
elixir de la inmortalidad.
En su caso, la piedra filosofal estaba más relacionada con la panacea universal.
La alquimia india, por otro lado, buscaba la manipulación de néctar con
mercurio de forma que otorgara a quien lo bebía salud y juventud, mientras que la griega se basaba
en las ideas pitagóricas, que afirmaban que los números gobernaban absolutamente todo. Fueron los
griegos los que introdujeron la idea de que todas las cosas del universo estaban formadas por la
combinación de cuatro elementos: tierra, fuego, aire y agua. Estas ideas fueron adoptadas
por los alquimistas del Imperio Romano, quienes se toparon con el cristianismo. Esta doctrina
religiosa afirmaba que la filosofía experimental era nociva, por lo que en los centros de estudio
dejaron de documentarse las investigaciones. De esta forma se perdió gran parte de la información
romana y griega. La alquimia islámica fue la mejor documentada de todas. Se hicieron
descubrimientos importantes aún a día de hoy y el alquimista Jabir fue el principal investigador de
la transformación de metales en otros de propiedades diferentes.
Así se llegó a la Edad Media, donde la alquimia tuvo más protagonismo en Europa.
Se dice que el primer alquimista en la Europa medieval fue Roger Bacon. A él se le atribuyen los
inicios de búsqueda de la piedra filosofal y del
elixir de la vida.
Sin embargo con el tiempo el concepto de inmortalidad en el mundo terrenal desapareció,
sustituyéndose por el de longevidad debido a la incongruencia con la religión cristiana.
Fueron muchos los alquimistas tras la piedra filosofal y el elixir de la vida en esta época y
durante el Renacimiento, aunque paulatinamente la
alquimia
fue pasando a un segundo plano debido a los avances de la ciencia moderna, basada principalmente en
la experimentación cuantitativa. Esta, con una lógica y razón implacables, fue explicando todos los
mecanismos del universo, separando la alquimia de sus componentes química y médica. Así fue como la
disciplina dejó de enseñarse en la universidad y cayó en el olvido. |